La misma piedra de siempre

Siempre se ha dicho que el hombre es el único animal capaz de tropezar dos veces con la misma piedra. Todos conocemos a esa persona incapaz de asumir sus errores, topándose así una y otra vez con la misma pared que previamente había negado su progreso. Algunos tienen la gran suerte de contar con gente a su alrededor que le asesora y le ayuda para salir de ese tropiezo, mientras que otros no corren con la misma fortuna ya que sus más allegados cuentan con el mismo antifaz que les impide ver más allá del camino. Y, bajo mi humilde opinión, esto es lo que le ha ocurrido y lo que le ocurre al Málaga y al malaguismo.

Allá por 1992, el histórico CD Málaga desapareció tras una nefasta gestión por parte de su directiva. Muchas de aquellas personas que fueron partícipes de aquel desastre, se volvieron a vestir de ‘héroes’ para levantar un club que previamente habían arruinado. Quizás no tenían la misma responsabilidad que aquellos personajes que aparecían como villanos en las portadas de los diarios, pero de una forma u otra, habían formado parte de una cúpula que hizo desaparecer el sentimiento de miles y miles de malagueños.

Aquí parece que con ser malaguista ya vale. Parece que haber lucido mínimamente el escudo del Málaga CF ya supone un derecho y unos conocimientos mínimos para hacer carrera en la entidad en cualquiera de sus puestos. Por supuesto, no quiero meter a todos en el mismo saco, y es que algunos se han merecido el derecho de trabajar en el club gracias a sus cualidades y no a su pasado ni a su bufanda. Lo que sí parece extraño es que en cada departamento del club tengamos a un exmalaguista. Como si el único requisito válido para estar en determinado puesto fuese el ‘conocer la casa’, una frase que muchos ya tenemos aborrecida por los tantos y tantos ejemplos que podemos citar.

Algunos ya se han dado cuenta y han comenzado a alzar la voz ante estas situaciones, mientras que otros son incapaces de mirar más allá y pensar siempre en algunos que escribieron una mínima parte de una historia de más de 120 años. Cada vez que se abre el mercado, se piensan en los mismos nombres. Cada vez que se tiene que firmar a un entrenador, los mismos nombres. Cada vez que se tiene que firmar a un director deportivo, de La Academia o del filial, los mismos nombres. Siempre, sin excepción.

Mi pregunta es, ¿conocía algo más de los colores de la camiseta Manuel Pellegrini cuando llegó en 2010? Posiblemente no. ¿Alguno aplaudió o se ilusionó con el fichaje de Javi Gracia en 2014? Posiblemente tampoco. ¿Alguno piensa que Peiró tenía un mínimo de aprecio a esta camiseta cuando firmó a finales de los 90′? ¿O Casanova cuando llegó para ser el director de la cantera? Seguramente no. Y así, miles de ejemplos. El respeto y el cariño se lo ganaron con su trabajo, con su dedicación y con sus conocimientos. No hay más. Terminaron sus etapas y sus nombres quedaron grabados a fuego en la memoria y en el corazón de todos, qué es donde tienen que guardarse los bonitos recuerdos de nuestro pasado.

Toca reflexionar y mirar al fin hacia adelante. Toca cambiar el pensamiento y abrir nuestras mentes. Lo pasado, pasado es. Lo importante es pensar en construir un futuro con gente competente, sin importar su grado de malaguismo hasta la fecha. Al Málaga lo queremos todos, pero con eso no vale. Siguen quedando huecos en La Rosaleda donde poder remar junto al resto cada domingo, y ahí, sí que se necesitan malaguistas de verdad. Los despachos, el verde y el banquillo, que lo ocupen los que de verdad se lo merezcan.

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