En el Carpena o en Bilbao, el resultado sigue siendo el mismo

Nueva derrota de un Unicaja sobre el que empieza a planear el fantasma del descenso

La evidencia no engaña. El Unicaja prosigue la caída en picado y lo que hace unas semanas era preocupación por no entrar en Copa se convierte ahora en preocupación de ver de cerca el descenso. Nueva derrota frente al Surne Bilbao Basket, segunda consecutiva en Liga y tercera entre todas las competiciones, que deja a Fotis Katsikaris en el alambre, y solo la alta indemnización que debe percibir el técnico griego frenan su salida. Aunque Katsikaris ha hecho muchas cosas mal, no es ni mucho menos el único culpable de esta debacle, al que le han faltado piezas fundamentales.

El quinteto titular era otra vez diferente del que hubo el partido anterior. Que Katsikaris todavía no haya encontrado un quinteto titular mínimamente fiable es otro debe del técnico, pero es que las bajas tampoco le han dejado mucho más margen de maniobra. Tras la lesión de gravedad de Micheal Eric, el Unicaja se movió rápido para firmar a Dejan Kravic, si bien el bosnio ya compitió en esta jornada con su ex equipo, por lo que habrá que esperar al miércoles para verle vestido de corto. Norris Cole ni siquiera viajó a Bilbao por decisión técnica, lo que hace presagiar que su salida es inminente. Curioso cuanto menos, porque pese a que sus actuaciones no estaban siendo buenas ni mucho menos, había sido el único junto a Micheal Eric que hasta ahora parecía tener asegurado el puesto de titular. Con este panorama, Jaime Fernández volvió a la titularidad, esta vez como base, y Rubén Guerrero se estrenó en el quinteto esta temporada.

La situación en el club es evidente que hace tiempo que es deficitaria. El trabajo hecho en verano fue de un suspenso claro, sin detectar carencias en la plantilla y trayendo jugadores como Cole que, en cuatro meses, ya parece más fuera que dentro. Este equipo actualmente no da para ganar a muchos de los equipos de la liga ACB, y las reacciones de Fotis Katsikaris en rueda de prensa denotan una pérdida de control absoluto, apelando al orgullo y obviando que si el equipo está mal es, en gran parte, por su culpa. El Unicaja estuvo dentro todo el partido, pero es evidente que eso ahora mismo no da para ganar. El movimiento de balón de los cajistas es digno de estudio, pues la inmovilidad de los jugadores obligan a los Bouteille y Brizuela de turno a tirarse hasta las zapatillas, buscando que suene la flauta en alguno de los múltiples triples bien defendidos que intentan. Ni Rubén Guerrero ni Nzosa parecen suficiente, ya que en el partido que el equipo más necesitaba de ellos, los cajistas se desangraron en la pintura, permitiendo una barbaridad de rebotes ofensivos, impropios de cualquier equipo de cierto nivel. Como Dejan Kravic no se convierta de la noche a la mañana en una suerte de reencarnación del Jorge Garbajosa que lideró al equipo en aquella, ya tan lejana, liga conquistada por los malagueños, el futuro del equipo se torna más bien negra.

Al final, el equipo está actualmente 7-10, con números que, de repetirse, asegurarían la permanencia. Pero, actualmente, las sensaciones son todo lo contrario, con un equipo que no parece capaz de ganar a la mayoría de equipos de la competición, y que en los últimos meses es una sombra en la cancha, solo oculta con la paliza ante el Casademont Zaragoza, rival del próximo fin de semana. Únicamente Tim Abromaitis, con un 4/5 en triples, y Dario Brizuela, con 19 puntos, parecían saber que necesitaba el equipo en la ofensiva.

Este partido puede ser fácilmente el último de Katsikaris, que tiene mucho trabajo por delante para salvar la situación.

Redacción

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