Martín Viberti, sobre su padre: «Se le inflaba el pecho hablando del Málaga en Argentina»
El hijo de la leyenda blanquiazul niega que le quedase una espinita por no fichar por el Madrid
El nombre de Sebastián Humberto Viberti ha quedado para siempre grabado con letras de oro en la historia del Málaga. El pasado 24 de abril se cumplían 76 años del nacimiento del mito. Hoy, su hijo Martín, que sigue trabajando en el club blanquiazul, ha pasado por los micrófonos de SportDirect para recordar la figura de su padre. Una leyenda en La Rosaleda a quien «se le inflaba el pecho» defendiendo al Málaga cuando le decían en Argentina que era un equipo pequeño.
Martín Viberti no vio jugar a su padre y, con toda la honestidad, no puede afirmar que sea el mejor jugador de la historia del club: «Eso yo no lo puedo decir. Sería una falta de respeto, porque no lo vi jugar. Pero uno habla con hinchas de cierta edad que vivieron esa época y algunos dicen que sí y otros que estaba entre los mejores». El mejor recuerdo que dejó Zapatones en el club y en la ciudad fue en el plano «personal».
Mi padre dijo que no se arrepentía, porque si se hubiera ido al Madrid, la gente no lo hubiese querido como lo quiere (Martín Viberti)
Archiconocido es el interés que el Real Madrid tuvo por ficharle. El entrenador del conjunto blanco llegó a telefonearle en varias ocasiones: «Mi mamá me contaba que siempre lo llamaba a casa Miguel Muñoz y le decía que lo quería para armar el centro del campo», cuenta. Su fichaje no fue posible, debido al asesinato en extrañas circunstancias del que fuera presidente del CD Málaga Rodríguez López. Pero a la leyenda Viberti nunca le quedó el remordimiento de haber jugado para el equipo de la capital: «Un dirigente le preguntó si se iba o se quedaba y mi padre dijo ‘No, yo me quedo’. Además, lo había hablado con mi mamá y no se quería ir de Málaga. Mi papá aquí vivía como un rey y la gente lo adoraba. Quedándose ganó en cariño y afecto».
El Pelado, «porque hasta los cuatro o cinco años no le creció cabello», nunca tuvo un gran ídolo en el mundo del fútbol: «Le gustaban los equipos que jugaban al ataque. Independiente era y es un equipo muy campeón que tenía muchos jugadores de buen pie. Ese era el estilo que a él le gustaba, pero nunca me contó si tuvo algún referente futbolístico». Lo que sí tenía eran manías. O supersticiones. O cábulas, como se dice en su Argentina natal: «Como entrenador, por ejemplo, en Huracán de Buenos Aires ganó un partido como local y ese día hizo muchísimo frío. Él se puso una bufanda roja y una chaqueta. Y, al otro fin de semana, tenían que ir a jugar al norte de Argentina, donde la temperatura era mucho más alta. Pues se sentó en el banquillo con 35 grados con la chaqueta y la bufanda roja».
Sebastián Viberti falleció unos meses antes del partido más importante de la historia del club: aquella vuelta de cuartos de final de la Champions en Dortmund. No obstante, pudo disfrutar de ‘su’ Málaga en la máxima competición continental: «Cuando nos eliminan, que se entienda esto porque el arbitraje fue un bochorno, él ya había fallecido. Pero pudo disfrutar de los primeros partidos en Champions del Málaga. Fue una alegría enorme vivir aquello. No solo para él, también para la familia, porque el Málaga es para nosotros una de nuestras dos pasiones, junto a Huracán», reconoce.
Cuando me llamó Husillos ni lo pensé. Se lo dije a mi señora, vendí el coche, renuncié a mis dos trabajos y a los 25 días ya estaba aquí trabajando (Martín Viberti)
Su hijo Martín sigue ligado a la entidad, contagiado de esa pasión por el fútbol que le transmitió su padre y «compañero»: «Yo aprendí a caminar en el césped de La Rosaleda», cuenta el periodista deportivo, disciplina que estudió y a la que decidió dedicarse después de probar suerte en el fútbol. Sus primeros servicios al club de Martiricos fueron los de scouting: «En Córdoba, recibo una llamada de Mario Husillos, que me pregunta por un jugador del filial de Belgrano. El chico era un crack y terminaba contrato. Ese fin de semana fui a verlo y empecé a pasarle informes a Mario. Cuando falleció mi padre, me dijo que le habían gustado los informes y me preguntó que si quería trabajar para el Málaga. Ni lo pensé. Se lo dije a mi señora, vendí el coche, renuncié a mis dos trabajos y a los 25 días ya estaba aquí trabajando», explica.
La puerta 5 de La Rosaleda lleva el nombre de Sebastián Viberti, en honor a su dorsal y sobre todo a su legado. Su hijo Martín se emociona siempre que pasa por delante de ella y su corazón distingue una mezcla de sentimientos: «Yo extraño mucho a mi viejo. Porque fui muy compañero de él y se me fue muy joven, con 68 años. Siento una mezcla de orgullo, alegría y emoción. Que a mi viejo se le recuerde en Málaga como se le recuerda, después de todo el tiempo que ha pasado desde su último partido, es un caso que no se da mucho. Para mí, estar en este bendito club es una alegría enorme. Porque lo llevamos dentro. Yo nací en Málaga, mis hermanas también. Somos malagueños, aunque algunos no lo crean cuando escuchan mi acento. Es algo muy emotivo y muy lindo», puntualiza.