Sierra Bermeja, La Rosaleda y la palabra más bonita del castellano

El campo es mi vida, como lo es para mucha gente de toda esta maravillosa provincia de Málaga. Y en apenas una semana hemos perdido un trozo de alma que nos era muy preciado. Sierra Bermeja es un sitio paradisíaco. Poder introducirte en sus bosques y pasar las horas entre pinsapos, especies únicas y un entorno alejado del ruido urbano era un lujo que debíamos saborear. La pérdida de 10.000 hectáreas de uno de los mantos verdes más peculiares del mundo debería hacernos llorar. No es ver cómo fallece un ser querido, pero sí que debería angustiarnos por ver que, generación tras generación, vamos dejando cada vez más desolado el planeta.

Sin embargo, la sensación que damos las personas es que nos importa un comino lo que pase en la otra punta del mundo. Qué digo en la otra punta del mundo, más allá de nuestra región ya nos parece lejano. En los telediarios hemos podido comprobar esto mismo. Ha habido que esperar días para ver abrir las portadas con el incendio más grave en Andalucía de los últimos 30 años. Por cierto, viva el periodismo local, el cual todos deberíamos consumir más frecuentemente. Pero no solo los medios de comunicación han pecado, también unos políticos que decidieron que el primer aviso del alcalde de Genalguacil no era suficiente para intervenir, ni tampoco que era necesario llamar a la UME en cuanto el viento empezó a fastidiar las labores de los heroicos bomberos del Plan INFOCA.

Como decía mi padre, tenemos los papeles perdidos. La humanidad no ha enfocado bien sus prioridades cuando es capaz de volcarse hasta el infinito por el incendio en una catedral en Francia, mientras que asume con total tranquilidad los devastadores incendios en el Amazonas, en Australia o en la misma Sierra Bermeja. Algo estamos haciendo muy, pero que muy mal…

Solidaridad y conciencia social. Solo caben esas palabras para evitar que esto vuelva a ocurrir. Para que no nos dirijan políticos y jueces corruptos movidos por sus intereses que aflojan las penas por generar este tipo de catástrofes y que, además, tienen la sangre fría de escribir con letra pequeña algunas condiciones en la Ley de Montes que permiten recalificar y construir en un terreno quemado años después. Solidaridad y conciencia social. No queda otra.

El campo es mi vida, y deberíamos tomar ejemplo de él. Pasar por el mundo sin hacer ruido, sin molestar a nadie y solo favoreciendo la convivencia, esos deberían ser nuestros objetivos. Suelo cuestionarme muchas cosas en la vida, pero de lo que no tenga es de que la palabra ‘campo’ es la más bonita del vocabulario español. Además, engloba y hace referencia a dos de las cosas más bonitas del mundo y que son totalmente opuestas: la naturaleza y el fútbol. Esa paz que da visitar un campo como Sierra Bermeja, frente a la alegría y el jolgorio por reencontrarse con amigos en un campo como La Rosaleda. Más Sierra Bermeja y La Rosaleda en nuestras vidas. En definitiva, más campo.

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