A ningún dirigente le preocupa el deporte, le preocupa el negocio

En el deporte actual, todo parece que conlleva a lo económico y estamos perdiendo el valor de la competición
Las cuotas de poder de los clubes en los entes que manejan el tinglado en ligas y federaciones son decisivas en momentos puntuales donde una buena relación, basada en años de confianza compartiendo mesa, y quién sabe si barras de establecimientos que cierran a altas horas de la madrugada, tienen que, necesariamente, que dar sus frutos. Ahora es uno de esos momentos. Se están jugando los minutos decisivos para muchos equipos que han invertido un montón de dinero para intentar acceder a otra categoría y que, claro, no pueden permitirse el lujo de quedarse fuera de su ascenso o descenso porque unos señores desde un despacho decidan que las competiciones se queden como están, suban cuatro, bajen dos, suba uno o ninguno y baje ninguno. Mueven sus hilos, lloran por las esquinas, a ninguno se le pasa por la cabeza pensar que el fútbol, el baloncesto, el balonmano o la petanca de montaña importan un comino con la que está cayendo. Ya no se trata de dar importancia o no a la competición, al dinero invertido o a tirar un año o no, se trata de entender que el deporte es lo que es. Un divertimento. Pero claro, llevamos años que el deporte profesional está alejándose, de manera peligrosa, de lo verdaderamente importante. Cada vez es menos deporte y cada vez es más profesional, o mejor dicho, es cada vez más un negocio en el que el deporte es la excusa. Doy por perdido al deporte reglado como profesional, en el que el negocio prima sobre cualquier cosa. Pero me niego a pensar que unas categorías donde el profesionalismo no debería existir se escuden en los dineros invertidos para que se compita sobre cualquier cosa. Es el momento de que las autoridades deportivas pongan las cartas sobre la mesa y a cada uno en su sitio. Como no puede ser un problema lo invertido económicamente en Tercera o División de Honor, por ejemplo, si hablamos de fútbol. Es más sencillo que todo eso: una, o se dan por acabadas las ligas sin ganadores ni perdedores y, el año que viene, Dios dirá, o se espera lo que haya que esperar y se acaban en el terreno de juego sin prisas. No he escuchado hablar a ningún dirigente del fútbol de la necesidad de la puesta en marcha del fútbol solo por el hecho de volver a la práctica deportiva, a la necesidad de practicar deporte. Todo parece que conlleva lo económico, lo televisivo. Es tan triste. Que se decidan jugar partidos para decidir competiciones que sinceramente importan un comino con lo que está cayendo, nadie se preocupa de verdad por el verdadero fondo de la palabra deporte, que tiene que ver con uno de sus valores, la competición. El resto parece que se lo pasan por el arco del triunfo los que mandan. Ojalá un cambio también en eso.

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