Son Moix se hace grande cuando no defiendes

Derrota del Málaga frente a un gran Mallorca (3-1) en un duelo marcado por la superioridad local, los errores defensivos de los de Pellicer y la inoperancia en ataque

La cara de Pellicer durante varias fases del encuentro reflejó a la perfección el encuentro en Son Moix. El cabreo, la sensación generalizada en el malaguismo por apenas competir frente a uno de los favoritos para el ascenso a Primera División. Perder está normalizado en el Málaga, y este jueves era lógico, pero el equipo tuvo desajustes gordos durante el choque, especialmente en defensa, ya que el ataque fue prácticamente inocuo.

El Mallorca, a día de hoy, es superior al Málaga en todo. También en el banquillo, donde Luis García superó a Pellicer en todas las líneas. Pero claro, con ventaja en el marcador todo se ve más fácil. Y el Málaga regaló su desventaja en errores puntuales. Soriano no tuvo demasiado trabajo, pero recibió tres goles factibles de evitar por su parte. Esas cosas incomprensibles del fútbol, como que un Dani Barrio más afianzado en la titularidad se quede dos partidos en el banquillo.

Un ‘déja vu’ del partido en Vallecas, porque no funcionó absolutamente nada en las Islas Baleares. Pellicer optó por su ‘mejor’ once, pero la realidad es que, aun con esa formación, no le hizo ni cosquillas al Mallorca. Ramón estuvo desaparecido, en parte por el planteamiento del Málaga y el buen hacer del rival, que se adueñó de la pelota. Aun así, el canterano, al que no hay que endiosar y sí apoyar para allanar su enorme proyección, estuvo desaparecido en el resto de facetas. Al margen de los errores obvios, el Málaga no puede competir contra este tipo de equipos de la categoría.

Escassi no es el que previó el malaguismo en verano, y empecinarse en la defensa de cinco es un error. Mejías tuvo su peor noche y Soriano no tiene nivel para partir en el once inicial. Las rotaciones salieron mal frente al Mirandés, al que se debió ganar, y los titulares no dieron el nivel. A los diez minutos, el Mallorca ya iba por delante tras un error del central venezolano, que se quedó enganchado y rompió un fuera de juego que debía ser evidente. Y con el marcador en contra, al Málaga le cuesta la misma vida remar contracorriente.

El Málaga trabajó, eso sí. El esfuerzo es innegable. Pero el fútbol es más que eso, y el equipo nunca dio la verdadera sensación de poder mirar a la cara a su rival. Tras el paso por vestuarios, Raíllo encarriló el duelo con un cabezazo de nuevo solo en el área. Soriano pudo hacer más, no lo hizo y el VAR dio validez al tanto al visualizar un posible fuera de juego que no era. En el 68′, Chavarría aportó una breve ráfaga de luz que Dani Rodríguez, cinco minutos después, se encargaría de apagar en una excelente acción de equipo… y en la que Soriano estuvo lento.

Los cambios tampoco funcionaron. Caye Quintana se fue lesionado y Jairo y Jozabed no entraron con la dinámica necesaria, como ya viene siendo habitual. El Málaga perdió con justicia y se baja de la nube definitivamente tras el gran inicio de temporada. Es una derrota más que entraba dentro de los planes. El resultado no invita a alarmarse, pero sí un poco la forma de caer y los despistes individuales de ciertos jugadores. Seguir trabajando, la norma para levantar el ánimo. Y el Espanyol, la siguiente piedra. Habrá que levantarla como sea.

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