Once años de una herida que sigue abierta

Una decisión arbitral en el descuento acabó con el sueño europeo del Málaga CF

Aún cuesta hablar de aquella fatídica noche. Han pasado once años y el dolor sigue latente en una ciudad que soñó hasta que le despertaron. Las dudas y las sospechas siguen sin ser resueltas. La decisión de Craig Thomson retumba entre los aficionados y profesionales que sufrieron uno de los mayores escándalos del fútbol moderno.

Parecía un cuento. Un equipo de grandes futbolistas liderados por Manuel Pellegrini fueron capaces de apartar los graves problemas económicos y orquestar un fútbol de salón que será recordado durante décadas. Aquel Málaga era capaz de bailar en los mejores escenarios del continente y hacer soñar con lo imposible a una parroquia rendida a sus héroes. El cielo era el techo de aquel selecto grupo, hasta que un cúmulo de desgracias acabó con todo.

Eso sí, el camino hasta aquel 9 de abril de 2013 no se lo quitará nadie. Ni el señor Al-Thani, que sigue sacando pecho por una clasificación cuando estuvo seis meses sin pagar a sus trabajadores, ni el organismo de aquella competición preparada para unos pocos, podrán arrebatarle a la afición malacitana los recuerdos del brillante paso por aquella Champions League que realizó su equipo.

La suerte quiso que el Málaga se midiese, tras tumbar al Oporto, a un Borussia Dortmund plagado de estrellas. Aunque el sueño parecía imparable, la derrota se contemplaba como una opción más que probable. Eso sí, las formas en las que se produjo no cabía ni en las mentes de los guionistas más malpensados y enredados de Hollywood.

En el minuto 90, el conjunto blanquiazul vencía al temido gigante alemán. El muro amarillo enmudecía ante los gritos de euforia de 2000 incrédulos que tocaron con la yema de sus dedos la mayor de las glorias. El cuento tenía más páginas y los lectores estaban deseos con seguir disfrutando de una bella historia. Hasta que el viento huracanado del descuento decidió arrancar de la memoria las palabras que faltaban por escribirse.

El tiempo ha sido incapaz de sanar aquella herida. Protagonistas y aficionados aún se muestran reticentes a ver repetidas las imágenes de lo ocurrido. Siguen sin salir las palabras y el corazón se encoge cada vez que se recuerda. Ese grupo no se merecía aquel final, pero el fútbol deja de ser justo cuando los intereses entran de por medio. Y ahí, la pelota, tiene poco que decir.

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