Opinión: Carta de repulsa de Pablo Ruíz Picasso
Hola, soy Pablo Ruiz Picasso, nacido en Málaga cuando el centro aún era el centro, y Calle Larios y sus alrededores no se habían convertido en un parque temático para turistas o para grupos de borrachos. He pintado muchas cosas a lo largo de mi vida, pero que acabaran pintándome y decorándome unos cuantos colchoneros, la verdad, no me lo esperaba.
Podían haber ido con sus pegatinas a pegarlas en lugares más apropiados para ellos, que opciones no faltan. Lo del fútbol, un deporte del que nunca he sido muy seguidor, hay que decirlo, es para que alguien venga y les ponga en su sitio. ¿Qué les habré hecho yo a estos nazis? Ya tuve que soportar a sus padres y antepasados tanto que me marché a Francia, pero parece que las cosas no han cambiado mucho por aquí, cuando ni siquiera se respeta la memoria de un malagueño que nada tiene que ver con esta movida del fútbol y la Copa del Rey.
Los que están al mando tampoco parecen muy interesados en hacer algo al respecto, porque igual a los que me han puesto esas cuatro pegatinas rojiblancas de mala calidad les da por quemarme o venderme como chatarra para pagarse el viaje de vuelta al Metropolitano, o como se llame ahora, y no les pasa nada.
Que vengan a destrozar Málaga con la excusa de un partido de fútbol es lo de siempre. Nazis haciendo de nazis. Málaga, la ciudad que me vio nacer, no puede ser ensuciada por estos delincuentes, ni por estos ni por ningún otro. Y hay que llamar a las cosas por su nombre: si son nazis, se les llama así y punto. Lo que pasa es que el miedo a la impunidad con la que se mueven es grande. Llevan años campando a sus anchas entre los clubes de fútbol con la excusa de que animan mucho y sólo son delincuentes amparados por los Cerezos y Giles Marín de turno. El simple hecho de tener que ir encapuchados por la vida ya habla de lo cobardes que son.
Desde el cielo, donde estoy con otros artistas que tuvieron que irse por culpa de otros nazis, os puedo decir que ni con cien pegatinas pueden acabar con la libertad: la libertad de ser quienes somos, de apoyar al equipo que queramos y de ser de donde queramos, del color que queramos, de la raza que queramos y con las tendencias que queramos.
Ahora me voy a pintar, que he quedado con Murillo, que dice que está cansado de ser suplente.