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Arrinconado y aferrado a su sillón

Cualquiera con un poco de fuerza, carisma y con la verdad por delante ya habría convocado una rueda de prensa para aclarar todo, pero David Aganzo no es así

El presidente de la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE) sigue arrinconado. A David Aganzo se le acaba el partido y no sabe por dónde le va a llegar el siguiente ataque de su rival, está asustado y no es capaz de hacer una defensa contundente ya no solo de su, por otro lado, nefasta y cuestionable gestión, si no de las acusaciones tan graves de las que está siendo objeto y que pasan por los juzgados.

Cualquier persona con fuerza, con carisma y con la verdad por delante ya habría convocado una rueda de prensa para aclarar todo, limpiar su honor al menos de las graves acusaciones de las que está siendo objeto. Pero no, Aganzo se sigue apoyando en Diego Rivas, su escudero para que este dé la cara por él. El presidente sigue viendo gigantes y quiere que todos se crean cuando los molinos de viento se lo van a llevar por delante.

La realidad paralela que ha creado el puesto a dedo por Rubiales ya no tiene camino de vuelta, la única vía de escape que le queda a alguien que ha perdido todos los respaldos que tenía dentro del organigrama de AFE, de la RFEF y de LaLiga, eso pese a su bajada de pantalones y de abrazarse a la farola, como diría García, por parte de Tebas. El único camino para salvar la poca imagen de fiabilidad que tiene es dimitir, convocar elecciones, presentarse y que los jugadores le apoyen. Pero tiene miedo, más miedo que vergüenza torera, miedo a perder un sillón que solo ocupa porque lo colocaron ahí, ya que siempre pensaron que podría ser alguien fácil de manejar.

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