Antoñín nunca destacó lejos de Málaga

El regreso del jugador malagueño a la entidad de Martiricos significa una oportunidad para afianzarse en sus opciones de seguir creciendo · Con él se cumple la teoría que confirma el frío que hace para algunos canteranos lejos de La Rosaleda

Cuando era muy, muy joven, Antoñín hizo las maletas para irse a Alemania y jugar en la cantera del Schalke 04. Era su primer año juvenil y, pese a firmar por cuatro campañas por el equipo teutón, no llegó a completar casi ni la primera, la vida, el idioma y las costumbres de ‘Gelsenkirchen’ le hicieron añorar su casa. Lejos de su ambiente, el delantero goleador del 26 de Febrero que convenció a los alemanes para llevárselo tan lejos ya no era el mismo, le faltaba la alegría y el carácter que tenía en su barrio, con su gente.

No es un caso extraño en el deporte. Apostar por una joven promesa alejándolo de su familia, apartarlo de su hábitat natural, puede salir mal. Antoñín no deja de ser un ejemplo de ello. Ya de regreso a Málaga tampoco pareció contar con oportunidades en el filial y fue cedido a El Palo, con el que disputó 16 partidos en Tercera División y marcó seis tantos. Regresó tras su cesión al Atlético Malagueño en Segunda B, donde no mostró tampoco esas cualidades que le precedieron en sus años de juvenil, no se asentó como titular indiscutible y firmó cero goles en 12 partidos.

Curiosamente, al año siguiente, una situación complicada en el primer equipo le aportó una oportunidad que no desaprovechó. Tras empezar el año con el filial y marcar un gol en cuatro partidos, con los mayores solo necesitó 22 encuentros para hacer cuatro y fichar por el Granada, de Primera División. La venta, prácticamente obligada por la situación de alerta roja en las arcas del Málaga, también fue polémica. El dueño del club, Al-Thani, acusó de malvender a una de las joyas de la cantera al conjunto nazarí, mientras que el Getafe daba más dinero. La diferencia fue entonces que los granadinos daban el dinero en mano y los madrileños en varios plazos.

A su llegada a Granada también tardó en hacerse un hueco en un equipo en racha que buscaba su primera participación europea. En esa maquinaria en marcha y con la pandemia haciendo estragos, tampoco brilló ni pudo tener continuidad. Nueve partidos, uno de ellos en Copa del Rey, y solo un gol fueron sus números. Pero lo más preocupante fueron sus contadas apariciones y su falta de minutos con los rojiblancos.

Ante esa disyuntiva, estaba claro que en Granada o se habían confundido o no estaba cuajando lejos de Málaga, así que el equipo rojiblanco decidió cederlo al Rayo Vallecano. Puede parecer que haber logrado en dos años una clasificación para Europa y un ascenso es un bagaje importante, pero es que la escasa relevancia de sus datos en sus dos últimos años siembran muchas dudas sobre sus cualidades. 14 encuentros en una temporada, aunque con su mejor cifra de goles, seis son pocos para confiar en que estemos ante el goleador que necesita el Málaga para lograr sus objetivos. Ojalá, cerca de casa, con su gente, con su familia y con el airecito del rebalaje y un buen pescadito sin limón, veamos al Antoñin que todos deseamos desde que salió de La Virreina.

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