Una obra de arte tasada en tres puntos
Un centro-chut de Ramón le da al Málaga sus primeros tres puntos de la temporada
El Málaga volvía hoy a un Nou Castalia en el que eran la bestia negra, pues ni una sola derrota habían cosechado los hoy visitantes en este estadio. En la capital de la Costa del Sol había dudas sobre el partido de hoy, no os vamos a engañar. Era lo normal tras un partido en el Heliodoro Rodríguez López en el que se vieron superados por un Tenerife en plena reconstrucción, por lo que la crispación se convirtió en una realidad en nuestras tierras.
El partido comenzó como los malaguistas suelen estar acostumbrados. Un Málaga que se decantó en los primeros minutos por no arriesgar demasiado. Los locales tenían el balón en acciones de peligro; pero los visitantes se hacían con él en fase defensiva. La verdad es que ninguno gozó de demasiadas acciones de riesgo, no consiguieron hacer demasiado daño, ni si quiera levantarnos del sofá.
Así fue hasta el minuto 18 del partido; cuando tras una falta botada por Cristian, consigue Ramón robar el esférico tras el rechace de la defensa; que fue acompañado por una conducción magnífica en banda y que culminó con un centro-chut digno de crack que acabó entrando por la escuadra derecha de la portería de Whalley. No se lo creía. Ramón no se lo creía. Inmediatamente después de marcar ese golazo -queriendo o sin querer, que es lo de menos-, el canterano empezó a correr desubicado por el campo, se llevó las manos a la cabeza y se dejó caer sobre el césped de Castalia incrédulo después de lo que acababa de hacer. Creánme: vean el gol, no tiene desperdicio ninguno. Una auténtica obra de arte con un sabor especial de malaguismo y juventud.
El guión del partido cambió algo tras el gol. Las sensaciones se tornaron de lado, y empezaron a sonreír al frente malaguista. En números no fueron mucho mejores que los locales, pero la cara cambió por completo, sobre todo en los últimos minutos de la primera mitad, que quitando el gol de Ramón no podemos resaltar ninguna otra ocasión clara de la que gozara el cuadro blanquiazul.
El segundo tiempo fue un claro ejemplo de que después de la tormenta siempre llega la calma. Tras un verano movidito en todos los aspectos de la entidad, así como una crispación creada a raíz de las malas sensaciones derivadas del primer partido de liga. El inicio fue bueno por el gol, pero nada más. Una mitad muy discreta que, gracias a Dios, a la energía o a quién ustedes quieran sirvió para sumar los primeros tres puntos de la temporada.
Lo más importante es tener cabeza y sentido, y eso mismo le inculcó Pellicer a los suyos de cara a estos minutos. El Málaga supo que hacer en casi todo momento con el balón, armaba bien las contras y también se mostraba sólido en defensa. Entre Ismael y Calero consiguieron parar a Marc Mateu por esa banda que, quizá otro día, hubiera dado más problemas de la cuenta.
La ‘Happy Hour’ llegó en el 60′ del partido. Una balón que nadie llegó a rematar de Rahmani, un cabezazo de Gálvez que no entró por un palmo y una contra que finalizó con un recorte de Casas y posterior tiro con la zurda fueron las acciones reseñables de estos diez minutos de emoción que nos regaló el Nou Castalia.
El Castellón insistió, no nos engañemos; pero las sensaciones fueron en todo momento positivas; y así acabó el partido. Pero los sustos iban a llegar. Ismael tuvo que recibir asistencia médica en el 88′ por un golpe, y ya en el 90′ Hicham paró una carrera a un balón peligroso por molestias en su muslo, se rompió. «No puede ser», gritaba Pellicer al ver que tenía que afrontar los seis de añadido con un hombre menos.
El descuento fue el infierno del Málaga. Sin Hicham, con varios paradones de Dani Barrio para evitar el 1-1, un gol anulado de los locales por fuera de juego y un sinfin de ocasiones que no paraban de sucederse en la portería del exguardameta del Numancia, se despidió el Málaga de un Nou Castalia que volvía al fútbol profesional esta temporada. Una obra de arte marca de la casa que hoy consiguió venderse por el precio de tres puntos.
