Una cuestión de gestos: el Málaga refuerza su comunidad… y el Unicaja mengua la suya

El Málaga y el Unicaja han tomado distintas medidas por el tema de los abonados, y ello ha granjeado diferentes reacciones por parte de las dos aficiones

En una situación de excepción como la que atraviesa el país por el coronavirus, a todos se nos llena la boca criticando decisiones. Todos somos ese aficionado de bar al que no le parece bien nada de lo que haga el entrenador durante un partido. La prudencia debe marcar los comentarios a la hora de valorar ciertas actuaciones económicas dentro de la entidad, ya que cada uno sabe el lío que tiene montado en su casa, sin embargo, hablando de gestos, el Unicaja ha perdido una oportunidad de oro para reenganchar de forma contundente a una afición que espera más de un club con altas aspiraciones. El hecho de mantener el cobro aun sin poder dar ese producto (esto es, acudir al Martín Carpena a ver los partidos) al aficionado es un error descomunal. Y aquí, el Málaga ha obrado en condiciones. Al César lo que es del César.

En primer lugar, el Unicaja se escudaba en la siguiente característica de su campaña de abonados a principios de temporada: «Somos uno de los dos únicos clubes de la Liga Endesa que facilita el pago del abono hasta en 12 mensualidades, sin intereses, para que sea lo más cómodo posible». Claro, aquí ocurren dos cosas: una es que el fan de Unicaja, si le dieran a elegir, podría preferir pagar el producto completo de una vez si en este caso le devuelven el precio de la parte que no ha consumido. Parece obvio, y más teniendo en cuenta la barbaridad de partidos que quedan por disputarse. Por otro lado, hay un ejemplo en la competición y un eterno rival que siempre lleva la delantera al conjunto malagueño en este tipo de decisiones: el Valencia Basket, que no ha cobrado los dos últimos pagos fraccionados a sus abonados y les devolverá entre el 30 y el 40% del precio de sus carnés dependiendo del mínimo de 16 o el máximo de 30 partidos que restan y que no se disputen en La Fonteta. La diferencia también es evidente: el desequilibrio económico que el club taronja pueda tener será asumido por sus mecenas, Juan Roig y Hortensia Herrero. En Unicaja parece complicado llegar a pensar en tal inyección de dinero.

No hay que ser muy lúcido para reconocer que pérdidas va a haber en todos los clubes. Ya es decisión de uno u otro ver por dónde quieren recortar en gastos para afrontar este bache. Unicaja ha optado por la vía rápida en un asunto complicado como es el de los abonos de una afición que mantiene a su equipo en primera línea temporada tras temporada. La situación, no obstante, invita a realizar una reflexión: ¿el Málaga, con la gordísima crisis económica e institucional que atraviesa, ha sabido encontrar una fórmula ecuánime para compensar a sus hinchas más fieles, y el Unicaja no?

La administración judicial del Málaga, dirigida por José María Muñoz, ha hecho un movimiento inteligente y que, al mismo tiempo, parece obvio, que es darle la oportunidad a cada abonado de elegir si quiere recibir el dinero correspondiente a los partidos que se jugarán a puerta cerrada. Evidentemente, aquella persona que esté más agobiada a nivel monetario en casa decidirá que le reembolsen esa cantidad, pero solo el gesto, que es de lo que hablamos en esta pieza, invita al malaguista de a pie a hacer un esfuerzo para renunciar a esa indemnización. De un gesto del club, a un gesto del aficionado. Se suele decir que uno recoge lo que siembra; en este caso, el Málaga ha recogido un tsunami de apoyo y fuerza por parte de su fuente de energía más preciada, el aficionado, mientras que Unicaja ha vuelto a defraudar a los suyos.

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