El Málaga está sumido en un cúmulo de situaciones lamentables en el que no ayuda en absoluto tener a un entrenador sin experiencia suficiente

Es imposible no parecer un ‘reventaor’ al opinar del momento deportivo que vive el Málaga Club de Fútbol. Dar una lección de positivismo, a estas alturas de la liga más rara de la historia, está al alcance de muy pocos y, en mi caso, por mucho que intente buscar brotes verdes y alguna esperanza para revertir la situación, no consigo encontrarlas.

Tampoco encuentro fe en lo que atisbo en la dirección que se hace del equipo desde el banquillo, ni tampoco en una plantilla corta, con jugadores a los que le falta calidad para sacar los partidos y que, en casos excepcionales, tampoco ponen todo su esfuerzo. Señalar un solo motivo para estar en el precipicio en el que nos encontramos es ser muy cortos de miras. Ni Sergio Pellicer es el único responsable, ni los jugadores son unos arrastrados que nos están hundiendo.

Es un cúmulo de situaciones lamentables que nos ponen peso en las alas para remontar el vuelo y que hace complicado salir de una crisis deportiva que tiene relación paralela con la crisis institucional que mantiene el club. Siendo sincero, mi opinión es que hay una lista de jugadores que no aportan nada, esa que tienen todos los malaguistas en la cabeza. Lo peor es que en su mayoría son necesarios por sus contratos profesionales, se trata de una situación sin remedio, ya que debemos cumplir con una reglamentación que nos asfixia, mientras que a otros les libera. Dejar la reacción desde el césped en los canteranos no es ni justo ni sensato, aunque el cuerpo nos pida que al menos los que jueguen lo hagan con ilusión y sin los miedos de algunos.

Tampoco ha ayudado que en esta situación tengamos en el banquillo a un entrenador sin experiencia suficiente. El bagaje de Sergio Pellicer no parece el mejor para afrontar la situación de alarma en la que nos encontramos. Haber sido segundo de Marcelo ‘Gato’ Romero, Míchel González y José González, entrenador de cantera del Málaga con un campeonato nacional y una destitución como entrenador del Fabril, filial del Deportivo de La Coruña, cuando el equipo estaba a 13 puntos de la salvación en Segunda B y había logrado, en 14 jornadas, diez puntos de 42 posibles. Puede parecer ventajista dar estos números precisamente ahora, pero insisto en que cuesta bastante no dudar del técnico viendo lo que estamos viendo. Los cambios, la alineación, la obsesión por determinados jugadores en sus onces y repetir esquemas y opciones tácticas son un cúmulo de aspectos que, aún haciendo un esfuerzo supremo, no terminan de hacerme confiar en que se puede revertir esta situación. Ojalá me equivoque, sufriremos, pero ojalá morir luchando por este escudo.

Kiko García Delgado

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