El rincón del jugón | Atenazados por la filosofía de los brazos caídos

Han pasado ya varios días desde la sonrojante derrota ante el Mornar Bar, y lejos de relajarse los ánimos de la parroquia cajista, ha sido todo lo contrario, el enfado va a más: primero, por la marcha del equipo y segundo, por la falta de reacción de la directiva.

Se puede echar un vistazo en redes sociales y es palpable el descontento de la afición, que no viene de ahora por esta última derrota. Se trata de una sucesión de acontecimientos negativos que ha hecho que gran parte de los seguidores cajistas estallen contra el entrenador, Luis Casimiro, y también contra directiva del club. La suerte que tendrán tanto el técnico como la junta directiva será el vacío y la ausencia de público en el Palacio de los Deportes José María Martín Carpena, algo que no gusta que pase, y más por los motivos tan serios que han provocado esta situación, pero que a los máximos responsables de la situación del equipo les va permitir sentarse tranquilamente en el palco o dirigir al equipo sin sonidos de viento.

El caso es que la gente volverá al Carpena tarde o temprano y pedirá la cuenta del arranque de temporada tan desastroso. Siendo optimistas se piensa y se desea que sea solo el arranque y que a partir de aquí el equipo reaccione, de lo contrario en diciembre se podría haber tirado la temporada de forma calamitosa. La Copa del Rey está en juego para Unicaja en los próximos partidos, y de seguir con esta dinámica, a principios de noviembre, puede ser que se tire por la borda y no acudir a ella. Sería el segundo año consecutivo sin clasificación directa, ya que la temporada pasada se acudió en condición de anfitrión… y no por méritos deportivos.

A Unicaja le queda un mes octubre crucial para sus aspiraciones coperas. Viaja a La Fonteta para enfrentarse a Valencia Basket, que viene de perder en Liga Endesa ante el Real Betis, pero que en Euroliga ha pasado por encima del Real Madrid de manera muy solvente. Un equipo que con Kalinic y Dulbjevic por dentro pueden hacer un roto más que serio al cuadro cajista, más los Prepelic, Derrick Willimans y la buena dirección de Ponsarnau desde el banquillo. Serán un rival muy difícil de superar. Después, viaje a Gran Canaria para vérselas ante el Hebarlife. Luego, CB Canarias en casa, salida a Zaragoza y el equipo cierra el mes recibiendo a Obradoiro. Calendario más que exigente. Difícil, mejor dicho.

La EuroCup es el principal objetivo, pues esta da el pase directo a la Euroliga. Se ganó el primer partido ante un equipo infinitamente inferior, y en la primera salida, Unicaja ha sido apalizado. La EuroCup da mas margen para la reacción, pero tampoco puede confiarse el cuadro malagueño. Los equipos conocen su juego y sus debilidades, y parecen haberle cogido la matrícula.

Pero lejos de los demás equipos, lo que más preocupa es el rendimiento del conjunto cajista, con visibles déficits defensivos y una alarmante inoperancia en ataque. Los jugadores muestran un lenguaje corporal en fases del partido que es la viva imagen del equipo, brazos caídos, mirada perdida y unos desajustes que están costando partidos. La defensa no es solidaria, el rebote no se cierra y se dan demasiadas segundas oportunidades al rival. El juego ofensivo no existe en la pintura, no se busca a los pívots y todo pasa por el perímetro o alguna jugada individual de los Brizuela, Bouteille o Alonso. Lo único positivo hasta ahora en la pintura ha sido la aparición de Yannick Nzosa, que pese a su juventud ha sostenido al equipo en defensa y aportado también en ataque con buenos registros y un trabajo sucio en la zona, que no se refleja en la estadísticas, cual pívot veterano, con tan solo 16 años.

Ante un equipo como el Mornar Bar, que le costaría mantenerse en Liga Endesa y cuya dos estrellas son Jaco Pullen y Milko Bjelica, ambos en el ocaso de sus carreras, se evidenció que el entrenador ya no llega con su discurso a sus jugadores. El Unicaja jugó revolucionado y, al mismo tiempo, desfondado, algo que ante Manresa se vio también. La defensa del equipo empieza a funcionar cuando se va 15 o 18 puntos abajo, con presiones a toda pista que hace que cuando llegue la hora de atacar el aro rival, los jugadores no estén bien físicamente y esos ataques sean menos fluidos, más previsibles y, sobre todo, falto de ideas. Después se puede justificar las derrotas, por el buen hacer del equipo rival, porque los jugadores cajistas no encestaban tiros abiertos y liberados, o por la falta de actitud de los mismos jugadores. Pero se habría de revisar la defensa de Unicaja: sus rivales tiran cómodos y liberados, con muy pocos punteos defensivos, no se llega, no se rebotea, los cambios no dan soluciones y los tiempos muertos tampoco. La plantilla tendrá su responsabilidad, pero Casimiro también, y está claro que tiene a un grupo de nivel, de magníficos jugadores, pero que esta temporada no le llega para sacar lo mejor de cada uno de ellos y hacerles jugar en equipo.

Hay una plantilla descompensada, y más cuando el entrenador no confía en sus pivots, algo que se refleja en el juego de ataque del equipo, donde los jugadores altos apenas tienen protagonismo, condicionando así el juego ofensivo de la escuadra cajista. Mekel no aparece como lo que parecía que podía ser, ese base director que tanto se añoró en pasadas temporadas en Málaga. A Alberto Díaz no le acompaña el acierto ofensivo de la temporada pasada, y en defensa es un quiero y no puedo. Brizuela no termina de carburar. Adam Wazcynski ni está, ni se le espera. A quien sí se espera como agua de mayo es a Jaime Fernández, pero mucho va a tener que cambiar la situación defensiva del equipo para que la aparición del base y escolta madrileño sea una solución. Veremos.

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