El liderazgo del grupo a lomos del ‘dominio inducido’

El Unicaja se afianza en la cabeza del grupo A de la BCL con discreta contundencia

A falta de 3:22 para el descanso, Vangelis Zougris se prepara para ingresar al parqué del Carpena. El ala-pívot griego está dispuesto a unirse a sus compañeros, pero cuando se desprende del cubre se percata de un detalle importante: no lleva puesta su camiseta de partido. A pecho descubierto se sienta en el banquillo a expensas de que algún utillero le traiga la elástica amarilla con el dorsal 35. De no ser por ello, no existirían detalles potencialmente reseñables de la primera mitad debido al notable poderío que exhibe el Unicaja sobre el Peristeri, a pesar de que el 18-18 del segundo cuarto pretenda vislumbrar un ápice de emoción, desactivado por la diferencia de once puntos fijada en el primero.

Son siete las victorias consecutivas que encadena un Unicaja que, hace no tanto, presenciaba el runrún escupido por muchos de los presentes que mostraban su escepticismo acerca de revertir el rumbo de manera tan temprana. «Es que hemos perdido tres seguidos» se oía. Parece que ha pasado un lustro desde entonces, pero nada más lejos de la realidad. En este caso, nada más lejos de un mes. Ni siquiera. 30 días. Sin embargo, la sensación generalizada de haber transcurrido tanto desde entonces no solo la provocan los resultados. Son precisamente las sensaciones quienes parecen haber desterrado de Los Guindos a aquellos jugadores que no debían haber renovado tan pronto y plácido para traer a doce tipos nuevos que no se conocen entre sí y juegan de maravilla al baloncesto. O eso dice Ibon, que concuerda con que muchos de los minutos del duelo fueron los mejores de la temporada.

Sin ser un día especialmente brillante, el Unicaja está bien. Muestra una cara competitiva ante su afición en el que es el último duelo en casa hasta dentro de un mes. A través de un aprobado rendimiento deja atrás al Peristeri Bwin dirigido por el mítico Vassilis Spanoulis. Pero es divertido ver al Unicaja. Ello ocurre en parte gracias al descaro de un Yankuba Sima que parte enrabietado, con ganas de demostrar su valía y que gobierna con puño de hierro los primeros compases del partido desde la pintura. También por un Melvin Ejim que mantiene un 100% de efectividad en los tiros de campo y que solo falla un tiro libre, por aquello de seguir fallándolos.

La diferencia de nivel es palpable, pero el cuadro heleno no cesa en tratar de aprovechar cualquier resquicio que se le escape a Ibon Navarro de las manos. Conforme avanza el partido más claro queda que el de hoy no será un marcador excesivamente abultado -si tomamos como costumbre que el equipo malagueño es el segundo en basket average en Liga Endesa, algo sintomático de anotar mucho y muy bien al ser cuarto clasificado-. Y no es porque no se pretenda, ya que Nihad Djedovic -destacado por Spanoulis en su rueda de prensa- prolonga su dulce estado de ánimo supera la decena de puntos y firmando cuatro rebotes. Tres menos que los que se apunta un contundente Barreiro bajo aros. Lo quiere matar Kameron Taylor mediante dos genialidades, una en forma de asistencia por detrás de la espalda y otra de triple, a 2:03 de cerrar el tercer cuarto. Y lo consigue.

La mención de tantos nombres y tan baloncestísticamente diversos entre sí representa el coral encuentro que firman los de Navarro, que gracias a los dos últimos puntos desde el tiro libre de Osetkowski a falta de tres segundos para escuchar la última bocina, sentencia el duelo a 17 unidades de su oponente. Parecía que el marcador no iba a alcanzar cotas abultadas, pero eso también es Unicaja. Entre sus triunfos de varios puntos, existen los días en los que te aplasta su dominio y otros en los que te lo induce sutilmente. El del Peristeri fue el segundo.

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