El Málaga salva los muebles en el renacer de Munir

Empate positivo en Tenerife tras un partido con dos caras: una, antes de la expulsión de Keidi Bare; la otra, en el segundo tiempo

El confinamiento no le ha venido nada bien al Málaga. Desde el regreso del fútbol, los dos partidos de los de Pellicer se han convertido en un suplicio. En un túnel largo, peligroso, con pocas luces y, sobre todo, demasiadas sombras. La primera parte en Tenerife, para olvidar. Nada positivo. Bueno, por destacar algo, la expulsión de Keidi Bare, totalmente evitable por parte del albanés, propició el apretón de dientes posterior en una segunda parte a cara de perro por sumar un punto valiosísimo en el Heliodoro Rodríguez López.

La primera sorpresa llegó con el once. Con respecto al 1-3 ante el Huesca, fuera Diego González y dentro un Mikel Villanueva muy cuestionado por su negativa a renovar más allá del 30 de junio. El Málaga, como de costumbre, salió sin tensión y sin capacidad ofensiva por su limitada faceta en la creación de juego. Eso no quita que el estado de forma de Sadiku y de Juanpi no sea bastante mejorable. El empate en Tenerife valió, individualmente, para ver renacer a Munir tras sus dos pifias monumentales el viernes en La Rosaleda, ya que salvó al Málaga con varias ocasiones de mérito ante un conjunto tinerfeño con escasa mordiente.

El Tenerife, Luis Milla mediante, tomó los mandos del encuentro. Aunque le costó generar, más hizo que el Málaga para llevarse los tres puntos. El miedo y sus mismas imposibilidades atenazaron a un equipo local que tiene los mismos -o más- problemas que los de Pellicer, especialmente a la hora de llevar el balón desde atrás a la zona de gol. Sin embargo, mismo diagnóstico que ante el Huesca: las pérdidas incomprensibles de balón en zona de peligro. Mikel Villanueva provocó esta primera circunstancia que el Tenerife estuvo a punto de aprovechar en las botas de Joselu. Al margen del dominio territorial aunque poco efectivo de los chicharreros, la primera parte estuvo marcada en su tramo final por la expulsión de Keidi Bare. El albanés vio dos amarillas tan claras como innecesarias que le harán perderse una próxima jornada vital para los intereses malaguistas.

La salida de vestuarios dio otro aire al Málaga. Pellicer rehizo su once con dos cambios. Entraron Boulahroud y Diego González, de nuevo en liza tras su aparente castigo por el monumental error en la última jornada. El marroquí dio solidez a un centro del campo desahuciado y con solo Adrián como principal protagonista. Luis Muñoz lideró la machada defensiva que planteó el equipo de rosa en Tenerife para, al menos, rascar unas tablas que permitan mirar hacia adelante con ilusión y esperanza. Adrián se desfondó en la sala de máquinas y, mientras tanto, los extremos continuaron ayudando de forma providencial a los laterales, pues Ismael Casas estuvo muy blando y demostró, nuevamente, que no tiene nivel para Segunda División.

Metió madera ofensiva Rubén Baraja, pero no le sirvió para nada. Posesión lenta y previsible que apenas sorprendió a un Málaga ordenado. No obstante, tanto va el cántaro a la fuente… y casi se rompe en contra de los malagueños. Munir sacó su poderío como guardameta para repeler sendos disparos lejanos del recién entrado Nahuel y Dani Gómez. Sergio Buenacasa sustituyó a un desaparecido en combate Sadiku que, eso sí, dejó todo lo que tenía para favorecer al equipo en la presión. Buenacasa hizo lo mismo, aunque con poco éxito en media hora.

Poco después, la tuvo el Málaga. Renato Santos sustituyó a Tete Morente y, a los dos minutos, el portugués desperdició la mejor oportunidad para los de Pellicer. Gran centro de Juankar, como siempre, incombustible en ataque y defensa. Y Renato demostró el principal mal que tienen los jugadores del Málaga al salir al campo: la poca contundencia, ya que remató flojo en boca de gol, detuvo Ortolà y, a continuación, señaló fuera de juego el linier. Pero no lo era, por tanto si hubiera hecho los deberes el luso en esa acción, el gol debería haber subido al marcador.

El Málaga amarró un punto clave por la permanencia que, además, le hace ganar el ‘goal-average’ a un rival directo como es el Tenerife. El Extremadura, próximo rival en La Rosaleda. Pellicer respiró de alivio, al igual que el malaguismo. El Málaga suma y sigue, pero sobre todo aprieta los dientes en las peores circunstancias.

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