El dinero supera a la cordura

En estos días se cumplirán dos meses y medio desde que el mundo tuvo que poner su vida en pausa para hacerle frente al COVID-19. Dos meses y medio en los que las preocupaciones de la ciudadanía pasaban por la salud y seguridad de los suyos y el futuro de sus trabajos. Sin embargo, en el mundo del deporte parece ser que las cosas se ven desde otra perspectiva, quizás desde la superioridad.

Desde el comienzo de la pandemia, los rumores sobre la vuelta a los entrenamientos eran constantes. Reuniones entre los dirigentes de la Liga Endesa y de la Euroliga con los diferentes equipos para establecer el camino a seguir y cuya meta era volver al trabajo lo antes posible. En los comunicados oficiales siempre se añadía la muletilla de «si las condiciones sanitarias nos lo permiten«, pero evidentemente sus condiciones son distintas a las del resto de la población.

Se ha considerado al deporte como un bien de primera necesidad y a los jugadores y cuerpos técnicos como ciudadanos de primera categoría. A ellos sí que se les suministran los test necesarios para asegurar que no correrán ningún peligro. Por ellos si se establecen protocolos de seguridad exhaustivos, mientras que el pueblo se queda en casa cosiendo mascarillas para ayudar a los sanitarios, esas personas que dan la vida por nosotros y que están expuestos al virus día sí y día también.

Sin embargo, no creo que la culpa de este delirio colectivo por recuperar las competiciones a toda costa sea culpa de los jugadores, aunque eran ellos los únicos que podían frenar este despropósito. Ya lo decía Trey Thompkins hace unas semanas: «¿Cómo estamos hablando de jugar al baloncesto si los niños ni siquiera pueden salir a la calle, ni pueden ir a la escuela?, ¿cuál es el significado de todo esto?, ¿cuáles son las prioridades aquí?, ¿qué está pasando realmente?». El jugador del Real Madrid fue el primer caso de coronavirus en la Liga Endesa, por lo que creo que tiene algo de criterio en este asunto. 

Thompkins no ha sido el único en alzar la voz y tratar de hacer entrar en razón al mundo del baloncesto. Alex Abrines también expresó su disconformidad ante la posibilidad de volver a las pistas, ya que su mujer es factor de riesgo. El propio presidente de la Asociación de Baloncestistas Profesionales (ABP), Alfonso Reyes, sufrió gravemente las consecuencias del virus, por lo que debería ser el principal actor de rebelión en esta vorágine de sin sentidos. Entonces, ¿por qué se permitió a los equipos retomar los entrenamientos?, ¿por qué se sigue hablando de acabar la temporada?

La Euroliga y la Eurocup ya han sido canceladas debido a que los jugadores se han negado a tener que viajar y concentrarse en otro país para finalizar el campeonato. Sin embargo, aquí en España ya conocemos que Valencia será la sede que albergará los ‘playoffs’ más peculiares de la historia de nuestro baloncesto. Siguen sin importar las vidas que se hayan perdido, sigue sin importar la seguridad de los trabajadores que se tengan que desplazar para cubrir la Fase Final, entre ellos los periodistas (en el supuesto de que los dejen acudir). Lo único que importa es el dinero, el espectáculo, pero eso sí, el espectáculo de la primera categoría, ya que los equipos de ligas inferiores se quedan en casa. Era momento de reflexionar, de que los jugadores se plantasen ante la ACB y se negasen a participar de este desvarío, pero me temo que ya es demasiado tarde. 

Redacción

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