Decadencia

Echemos la vista atrás en el tiempo y pongámonos en 2012, quizá uno de los puntos más álgidos de la historia reciente del Málaga CF. El club era portada de diarios nacionales, clasificándose por primera vez para jugar la Liga de Campeones por todo lo alto y con la sensación de que este equipo no había tocado techo aún, que todavía podía hacer algo más grande para alegría de una afición exenta de alegrías de esta índole en toda su existencia. Pero el verano de aquel año nadie vio venir que el principio del fin comenzaría.

Y es que las ventas a priori sorprendentes de Cazorla, Monreal o Rondón, entre otros, nos pillaron por sorpresa. Y más sorpresa aún fueron los 4 fichajes que se hicieron en el último día de mercado, no cubriendo las expectativas de un equipo que iba a jugar la competición más importante de clubes de todo el mundo. Lo que ocurriría aquella temporada 2012/13 puede catalogarse casi de milagro, llegando a cuartos de UCL y quedando 6º en competición liguera, aunque echarían al conjunto blanquiazul de la posibilidad de volver a jugar en Europa ante el incumplimiento del Fair Play Financiero. El aficionado no podía entender nada de lo que estaba pasando ya que, unido a este descalificación, otros tantos jugadores también dejaron el equipo porque el club necesitaba vil metal para, por lo visto, subsistir. Isco, Toulalan, Joaquín, Baptista y demás dejaron al equipo huérfano de estrellas para un viaje por el desierto que todavía perdura a día de hoy. El aviso de la temporada pasada se convirtió en realidad, pero lo peor aún estaba por llegar.

Tras varias temporadas jugando con el devenir del equipo blanquiazul, fichajes fallidos, entrenadores mediocres (tan solo Javi Gracia parecía devolver al equipo a unos mínimos competitivos), malas gestiones y desavenencias con los directores generales, el equipo desembocó casi irremediablemente a Segunda División. Y a pesar de todo, la masa social todavía mantenía una fe en un equipo que todavía parecía vivir del rédito de la época de Champions. ¿Cuántos recibimientos se hicieron al equipo para mantener el nivel de encumbramiento? Seguro que muchos más que de cualquier equipo de fútbol profesional en el mismo intervalo de tiempo. ¿La respuesta? Un intento de ascenso fallido y 3 temporadas de absoluta desidia donde el equipo ha coqueteado con el descenso a la 3ª categoría del fútbol nacional más de lo esperado y deseado.

Me molesta. Me molesta que tras los años buenos de este club, apenas queda a día de hoy arraigo por el equipo de ir a La Rosaleda cada fin de semana a darlo todo para que el templo sea el jugador número 12. ¿Puede que nunca lo fuera porque sobre el terreno de juego nunca jugaron 11 jugadores de fútbol? Podría ser. De hecho, desde noviembre de 2021 no sabemos lo que es ganar en nuestro propio estadio. Y hay muchas aristas que analizar para entender lo que ha pasado para llegar a lo que tenemos a día de hoy, del por qué el equipo no transmite, de por qué el aficionado no responde como antaño, de por qué el club, queriendo ‘Tirar de Genio’ no le ha salido nada de lo que ha intentado. Podemos hacernos una idea, que seguro es acertada, pero doy pie a la reflexión para que todos nos miremos incluso más allá.

El aficionado medio de la provincia dijo basta hace bastante tiempo atrás y se caracteriza por ir con dos camisetas: la del Málaga cuando van las cosas bien y la del Madrid, Barça, o Atleti para el resto del año. Lamentablemente, y tras el desastre de temporada que afortunadamente para el corazón malaguista acabó, al fan le importa cada vez menos este equipo y este club. Lo peor de todo esto no es que el equipo, desde que es Club de Fútbol en 1994, haya hecho la peor temporada en cuanto a números y sensaciones. Lo peor es que todavía parece no haber tocado fondo.

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