Sin fisuras de puertas para fuera, una vía de agua en el exterior

Dice Manolo Gaspar que en el club no hay fisuras. Hay que creerlo como todo, como cuando se decía que el vestuario era una balsa de aceite. El ejercicio de credulidad que debe hacer el aficionado sobre las palabras del director deportivo del Málaga es tan parecido a cuando nos explicaban la santísima trinidad en catequesis.

Lo primero que se me viene a la cabeza es preguntar quién hay en la entidad que critique las cosas que desde fuera son de obligada solución de urgencia. Entre los actores de este capítulo de la producción de éxito ‘El Málaga sin rumbo, pero sin fisuras’ es complicado encontrar quien puede sacar los pies del tiesto. No conocerán, las nuevas generaciones aquella frase que se puso de moda en los 80′ para hablar de la situación en los partidos políticos y las luchas internas por mantener, sobre todas las cosas, las parcelas de poder adquiridas por los miembros de cada partido. Es una sensación, no tengo datos para creer que esa misma situación se esté dando en el Málaga.

Lo que sí es cierto es que tras las salidas, el ERE, la administración judicial… cada vez hay menos personas en el club que puedan tomar decisiones o sean voces críticas. El poder de la dirección del club ha dejado la parcela deportiva en una única mano, la de Manolo Gaspar. Tiene la confianza plena de su jefe y carta blanca para tomar decisiones. No hay más, me vale como resumen sencillo para entender que de eso habla cuando se refiere a que no hay fisuras, de otra forma no entiendo a que se refiere. Este Málaga, el de la administración judicial, se ha hecho fuerte en pocas personas. Han hecho causa común hasta el punto de ver enemigos a todos aquellos que se muestran críticos sobre cualquiera de las acciones que realizan. Son una piña.

Pero, ¿sirven de algo esas no fisuras? ¿Sirven de algo más que para intentar amedrentar a los críticos y salvar las posiciones de fortaleza y privilegio de cada uno de los componentes de la dirección del club? Hacerse fuerte está bien, mantener la unidad también, pero si las críticas son tomadas como un problema… mal vamos. Podemos ser como el armador del Titanic, que pensaba que su barco era insumergible. Podemos ser como el constructor del Titanic, que además decidió no poner botes salvavidas para todos los pasajeros y la tripulación pensando que eran innecesarios. Tampoco el Titanic tenía fisuras hasta que chocó con un iceberg, ¿y alguien le dijo al dueño del barco que igual sí que era sumergible su creación? La magnitud del error ya sabéis cuál fue, lo que costó, en la realidad muchas muertes y en la ficción un pestiño de película muy larga con muy buenos efectos especiales.

No sabemos cómo acabará esta historia, pero corremos el riesgo de que esto se hunda. Me preocupan las palabras de Gaspar. Eso de que no tengan proyecto es muy, muy grave. ¿Dónde quedan las palabras del proyecto a dos años? ¿Qué ha pasado por el camino para que ya no tengamos ese proyecto por el que se fichó a José Alberto?

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