Apostó por un esquema con tres centrales, que tuvo que cambiar tras el paso por vestuarios

El Málaga protagonizó en la tarde de ayer en San Fernando una de las peores actuaciones de la temporada. El resultado final fue un empate agónico con un gol de Alfonso Herrero en la última jugada, pero la sensación resultó ser de derrota sin paliativos, que se podía prever con tan solo presenciar los primeros minutos del partido y la disposición táctica.

Pellicer optó por un cambio revolucionario en esta ocasión. Decidió alinear a Víctor, Juande y Moussa como centrales, Manu Molina, Dani Lorenzo y Ferreiro conformaban el centro del campo, Gabilondo y Dani Sánchez ensanchaban el campo como carrileros, y Dioni y Roberto apuntalaban el ataque. Es cierto que este 3-5-2 ya ha sido utilizado por el técnico de Nules en alguna ocasión, con buenos resultados incluso, como la victoria por 0-3 en El Collao. Sin embargo, la diferencia sideral en este once y que despertaba serias dudas en la afición fue la suplencia de Genaro, que se ha instaurado como uno de los pilares fundamentales en el once, aumentando el porcentaje de derrota para el Málaga cuando no está sobre el verde.

Arrancado el encuentro, los problemas que viene lastrando al Málaga volvieron a manifestarse desde bien temprano. Los centrales no encontraban la fórmula para salir con el balón jugado desde atrás. Manu Molina apenas recibió balones, y en las ocasiones esporádicos en las que el esférico pasaba por los pies del onubense, no podía girarse y generar ventajas para el equipo. Dani Lorenzo y Ferreiro estuvieron muy tapados por el carril central, lo que imposibilitó en gran medida llegadas por el centro del campo. Si se pudiese hablar de peligro, que es complicado, se podría atribuir a sendos carrileros, que mediante incursiones por los costados ganaban metros para el equipo, pero sin apenas conceder centros certeros, y ni mucho menos con posibilidad de remate para Dioni y Roberto. El delantero malagueño sí entendió las necesidades del equipo y poco a poco retrasó su posición para generar superioridades en el centro del campo que de poco sirvieron, porque cuando las cosas no salen, es que no salen.

Ante esta preocupante situación que dejó al Málaga sin un tiro a puerta en los primeros 45 minutos, Pellicer decidió cambiar a 4-4-2. Tras la sustitución de Murillo en el minuto 26 debido a la lesión en el tobillo de Moussa, Genaro y Cordero sustituyeron en la segunda mitad a Manu Molina y Dani Sánchez respectivamente. De esta forma, Víctor Garcia se situaba como lateral izquierdo, Genaro reemplazaba a Manu Molina como pivote, y Ferreiro se resituó en su posición más natural, la de extremo derecho. El Málaga mejoró ligeramente, pero ni de lejos se podría hablar de buenos minutos. Si la primera parte fue para el San Fernando, por lo menos la segunda arrancaba con igualdad, que no era poco. Cordero tuvo que tirar de talento para suplir las carencias colectivas y empaló contra la portería un buen disparo que obligó a intervenir al meta rival. Podría haber sido el inicio de un tramo positivo de partido, pero nada. El Málaga volvía a verse en un callejón sin salida, sin soluciones de cómo alcanzar la portería rival, y con el San Fernando volviendo a llamar a la puerta.

Tentar la suerte nunca fue buen negocio, y ayer el Málaga lo vivió en sus propias carnes. Yeray Dávila conseguía anotar un merecido gol en el minuto 81, tras una buena carrera de Biabiany que no pudo replicar Gabilondo, y que dejaba a los jugadores malaguistas con un margen ínfimo para buscar el empate, y ya ni se diga para darle la vuelta al marcador. Finalmente, como muestra de lo que fue el equipo en el día de ayer, tuvo que aparecer el portero Alfonso Herrero, en la última jugada del partido, para rematar un córner y `salvar los muebles´ en una tarde que si de puerta grande o enfermería quisiésemos calificar, fue de quirófano.

Una vez más, y no son pocas, el equipo sigue demostrando que la idea de juego es prácticamente inexistente -y sin el prácticamente también-. Esto parece no ser un inconveniente precedido por un determinado esquema o el rival que haya enfrente, sino un problema de raíz, de un equipo que vaga sin rumbo a las puertas de un play-off de ascenso.

Fernando López Sierra

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