Los huevos de José María Muñoz

Fuera de los focos, el administrador judicial del Málaga Club de Fútbol es una persona natural. No tiene reparos en mantener una conversación distendida y nunca suele sacar los pies del tiesto. Al término de su tercera rueda de prensa, en el tiempo de los corrillos, se mostraba convencido de que era su última comparecencia ante los medios: «Esta es la tercera y la última». Aunque le insistimos en que vendrán más. Quiere permanecer alejado del centro de la actualidad, como queriendo no ser el protagonista ni cuando lo es sin lugar a dudas, como este jueves.

«Hoy has empezado con algunos dardos», le comentamos. Su respuesta no puede ser más natural: «Es que hay veces que no queda más remedio, porque se dicen muchas cosas que no son verdad«. No va más allá. No hay ‘off the record’ posible. Su discurso fuera de las cámaras es idéntico al que había hecho unos minutos antes cuando los focos le apuntaban. Cuenta lo que debe, sin salirse del guion que tiene establecido, pero no rehúye la conversación distendida.

El Málaga CF, como cualquier entidad, necesita personas íntegras. Que no filtren, que no levanten polvareda a su paso y que quieran acaparar focos que no le corresponden o son innecesarios. Despachar a los oportunistas que quieren entrar en el club para montar su ‘bussiness’ en la Costa del Sol en un cuarto de hora habla mucho del tipo de ejecutivo que maneja los designios del equipo blanquiazul.

Mantenerse alejado de las polémicas, de las duras e injustas críticas basadas únicamente en suposiciones, la mayoría de ellas tiradas con mala leche para dar cobijo a ciertos intereses particulares o a buscadores de un boquete en el club para esconder sus cabezas de pájaros de mal agüero es otra de esos valores que tiene José María Muñoz y que le convierten en uno de los nuestros.

Si a día de hoy no ha recibido ninguna propuesta para quedarse en el cargo, si a día de hoy no se plantea seguir en el club lo que está claro es que si hacemos una encuesta entre los aficionados en la que preguntemos si quisieran que se quedara al frente de la entidad ganaría por aplastante mayoría. Pues pese a eso pienso que su figura, la admiración que muchos le vamos teniendo, la confianza que le depositamos los que creemos en él nos dejaría muy tocados si aceptase el puesto. ¡Qué hermoso sería que dijese que no a los supuestos cantos de sirena! A mi me daría muchas razones para seguir creyendo en la integridad de la raza humana y, aunque os parezca excesivo, me haría creer que un mundo de justicia y donde triunfe la verdad y el honor es posible. Y, además, el tío sigue comiendo huevos fritos con patatas en su despacho, ni deconstruidos ni leches, ¡huevos fritos… y patatas!

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