La justicia poética del Club Deportivo Rincón

No hay un club en Andalucía que haya tenido que vivir más injusticias burocráticas en estos últimos años que el Club Deportivo Rincón. Por eso la consecución de la Copa de Andalucía de la Real Federación Andaluza de Fútbol (RFAF) de este domingo puede contemplarse como un giro del destino para un club modesto que ha tenido que superar dos palos federativos muy gordos en los últimos años. El injusto descenso a División de Honor desde la Tercera, por el que aún litiga, y el no ascenso de este verano a Tercera.

Pero la realidad del equipo rojillo es mucho más heroica de lo que puede parecer tras la tanda de penaltis de la final de Marbella en la que no se debió llegar a la muerte súbita porque el cuadro de Francisco Muñoz Parrado fue superior a su rival, la UD Tomares, que se metió en el partido gracias a un penalti inexistente.

Los rinconeros se han tenido que reinventar en los últimos 15 años. El equipo que preside Francisco Jiménez, un paleño más del Rincón que la Cueva del Tesoro, es el ejemplo del paso de la gestión rudimentaria de un equipo de pueblo de los años sesenta del pasado siglo a una realidad actual mucho más moderna en la que se mezclan el amor por las señas de identidad que le crearon y la actualización de los métodos de gestión en los clubes de fútbol. La mano de hierro con la que Jiménez gestiona, especialmente las cuestiones monetarias del club, la manera de hacerse fuerte en el municipio ante las instituciones locales poniendo a la entidad en el sitio que merece por antigüedad y relevancia, convierten al actual presidente del club rojillo en el principal artífice de una realidad deportiva que supera las más altas cotas de optimismo de los que somos muy del Rincón y que soñábamos hace años con un equipo que representara al municipio en lo deportivo en un lugar digno.

Jiménez, junto a su directiva, salvó a la entidad del precipicio de la desaparición a la que le llevó la irresponsable y torticera gestión del malhechor David Blasco, el meteco alicantino que llegó a Rincón para, además de amenazar de muerte a este periodista, lapidar el club económicamente y llevarlo a las más bajas cotas deportivas y sociales de su historia. Jiménez salvó, entonces, a petición de un concejal sobrepasado por la situación la papeleta y años después tomó de nuevo las riendas del club tras el paso por la presidencia de Félix Arroyo cuando nadie parecía ser capaz de coger el timón.

Jiménez es el heredero final del legado de los grandes que hicieron y crearon el club. Antoñito Hilaria, Paco Romero, Antonio Díaz padre y todos los que han sabido mantener el ancla del escudo del club rojillo aferrados al bien común sin más pretensión que dar un servicio a la sociedad. Hemos sido muchos los niños que crecimos vestidos de rojo, con las botas de fútbol que cuidaba el Leñero en el antiguo campo del río Granadillas y que pasaban de grandes a chicos, al que le tocaban las que había usado Semi o el Luci o incluso Pepín o los hermanos Bravo esos eran los privilegiados porque llevaban las botas de los ‘cracks’ del pueblo. Los de carne y hueso.

Hoy, el Club Deportivo Rincón, mi club de siempre, es el mejor de Andalucía en su categoría y jugará la Copa de SM El Rey. ¿Cuántas veces hemos soñado con eso Antoñito Diaz y yo? Pues ahí estaremos, en el bombo de Las Rozas, por méritos propios, y ahora que venga un señor en un despacho y nos lo quite, que con gente como la que maneja el club hoy en día somos capaces de salir más reforzados aún. No se puede estar más orgulloso que lo que yo lo estoy de un equipo humilde como el Rincón, más aún cuando leo los cientos de felicitaciones que han recibido de clubes de toda Andalucía. Se nota que las cosas se están haciendo bien por esas muestras de respeto. La seriedad y años de esfuerzo por dar una imagen digna han conseguido esta situación sin parangón en el deporte rinconero. Hoy más que nunca saco pecho por ser del Rincón, y lo digo además de como periodista, como rinconero de nacimiento y crecimiento y, ¿por qué no?, también como presidente de un club de fútbol orgulloso de ver a un club hermano triunfar y llevar el nombre de nuestro pueblo a cotas que un día en las escaleras del quiosco de María Falange dos jóvenes soñamos con alcanzar.

Vamos Rincón, Vamos Rojos.

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