Opinión

David Aganzo se cree por encima del bien y el mal: ahora pasa de la jueza

Un nuevo esperpéntico episodio de la presidencia de David Aganzo en el principal sindicato de futbolistas en su carrera por agarrarse a un sillón que cada vez tiene menos legitimado; en esta ocasión no hace caso a la jueza, que le obligaba a convocar elecciones en AFE y se podría enfrentar a un delito de desobediencia a la autoridad judicial

Mientras los casos se acumulan en los despachos de los abogados del sindicato de futbolistas con situaciones para los afiliados que ven como sus empresas, como en el caso del propio Málaga CF, David Aganzo cada vez está menos legitimado como presidente de AFE. Si ha tenido que ser un juzgado, concretamente el juzgado de 1ª Instancia número 92 de Madrid, el que le obligue a admitir las firmas de los afiliados que piden unas elecciones, Aganzo, en su ya habitual línea de aferrarse al cargo, ha hecho caso omiso a la jueza y no ha convocado la Asamblea en el plazo estipulado que acababa a las cero horas de este miércoles.

Una sorprendente huida hacia delante del exjugador del Racing Club que además podría generarle un problema aún mayor en lo personal ya que ahora la jueza le llamará al orden, de manera personal,  para que convoque la Asamblea y si lo incumple nuevamente con mucha probabilidad será acusado de un delito de desobediencia a la autoridad judicial, lo que podría terminar en una inhabilitación, además de otras consecuencias para él en forma de delitos mucho más graves.

La desfachatez de Aganzo y su equipo, del que se van cayendo cada vez más compañeros, supera los límites de la razón y ejemplifican, de manera supina, como hay personas capaces de cualquier cosa para no perder un cargo. Aganzo y su gestión van con el paso cambiado en todos los casos importantes en los que los jugadores precisan de la intervención de su sindicato, se alinea con la patronal y en concreto con LaLiga en lugar de defender a los trabajadores. En la pandemia, los abogados del sindicato no eran capaces de responder en tiempo y forma a los asociados que reclamaban atenciones ante despidos o faltas de cobro. Mientras, en su búnker particular y junto a su guardia pretoriana con Diego Rivas a la cabeza, se aferraba a un sillón que le viene grande y que no parece ni merecer ni querer abandonar.

El sector crítico aguardaba con esperanza que no se cumplieran los augurios de quienes piensan que Aganzo se cree por encima del bien y el mal, que es capaz, incluso, de plantarle cara a un juzgado y a las leyes españolas. Ahora, en el esfuerzo por liberar al sindicato de jugadores de las mentiras de Aganzo, deberán seguir esperando más decisiones judiciales.

Kiko García Delgado

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