Esperpento, vergüenza, desolación…
Un planteamiento rácano de Pellicer y el continuo desacierto de los jugadores entierran las escasas opciones de permanencia del Málaga en Andorra (1-0)
Pues ya está. Poco más hay que hablar de este Málaga, que ha vuelto a certificar que su descenso a Primera RFEF es más que merecido. Cuando el malaguismo más se ilusionó esperando el segundo triunfo consecutivo, que le hubiera permitido colocarse a cinco puntos de la permanencia, peor fue el batacazo. Lo de Andorra es un esperpento, un insulto al fútbol y a la ciudad de Málaga… tanto del entrenador como de la plantilla.
Invitaba al optimismo el once de Pellicer, sobre todo por lo que viene haciendo el Málaga con ese bloque de tres centrales y los carrileros Delmás y Cristian. Luis Muñoz acompañó a Ramón en la sala de máquinas y Febas hizo de interior en el que fue su peor partido como futbolista blanquiazul. Por la izquierda, Lago Junior y, en punta, un Pablo Chavarría de lo poco potable.
El Málaga quería presionar arriba, pero en la primera parte lo hizo desordenado, sin ton ni son. El Andorra de Sarabia y Piqué jugó como quiso y cuando quiso, aunque sin generar excesivo peligro sobre la meta de Yáñez, muy serio en cada una de sus intervenciones. Tampoco hubo acierto a la hora de contragolpear, con menos de 60 pases acertados durante la primera parte.
Solo tuvo una oportunidad el Málaga en el primer tiempo, una volea de Lago Junior que se perdió desviada en medio de un buen córner botado por Cristian. Luego, Ramón robó un balón que no supo aprovechar para marcar. Tras el descanso, entraron Rubén Castro y Escassi. El primero, desaparecido y el segundo, errático en el repliegue, lo que se vio claramente en el único gol del encuentro, obra de Bundu en el tramo final del partido.
Con muy poco, el Andorra se quedó con tres puntos que le permiten casi asegurar su permanencia. El Málaga recibió un duro golpe con ese 1-0 y no fue capaz de levantarse ni de robar el balón al Andorra. Desastre absoluto, esperpento continuo y a Primera RFEF.
